MEDICINA TRADICIONAL CHINA.
La medicina tradicional china (MTC) se basa fundamentalmente en el concepto
filosófico que describe el cuerpo humano como un pequeño universo formado por
una serie de refinados sistemas conectados entre si y que mantienen un perfecto
equilibrio entre ellos para mantener la salud y el buen funcionamiento de todo
el cuerpo. Al mismo tiempo la MTC se asienta en el convencimiento de que la
vida y toda actividad del ser humano se desarrolla en íntima relación con el
medio ambiente a todos los niveles. Esta directa relación entre las leyes
naturales del universo, y su influencia sobre la salud y el desarrollo del ser
humano ha sido objeto de atención desde tiempos antiguos, encontrándose
descripciones que se remontan a 1200 años antes de Cristo.
A diferencia del modelo anatómico empleado en el mundo occidental (que concibe y divide el cuerpo humano en partes y órganos distintos), la MTC se preocupa de la función corporal de una forma global y no se limita a una sola parte de ese organismo. La medicina convencional occidental interpreta la enfermedad partiendo de la base de que es un órgano concreto el que está enfermo y por ese motivo los tratamientos empleados van dirigidos a tratar ese órgano afectado. Por su parte, la MTC entiende que es el individuo en su totalidad el que está enfermo y que la afectación de un órgano concreto no es más que la manifestación externa de la pérdida de ese equilibrio interior que garantiza la salud.
Esta disparidad básica conceptual entre la medicina occidental y la oriental, explica las diferentes formas de tratar la enfermedad entre ambas tradiciones. La medicina occidental trata la enfermedad por medio de productos (principalmente de origen químico) que se desarrollan a partir de los conocimientos fisiológicos y tiene como objetivo un órgano concreto. La medicina oriental busca restablecer ese equilibrio interior perdido (y necesario para la salud) y se basa en su tradición y en conocimientos ancestrales.
Innegablemente ambas concepciones médicas buscan el mismo fin; la salud y el bienestar del individuo, si bien por caminos distintos. No obstante se debe admitir, que estos diferentes pensamientos sobre la salud y la enfermedad van aproximándose cada día más, hasta el extremo de que comienzan a ser frecuentes los intercambios de conocimientos y métodos entre ambas culturas y se admite que pueden ser concurrentes; el ejemplo más relevante lo encontramos en la acupuntura, hasta hace poco tiempo tenida como un remedio poco menos que esotérico y que en la actualidad, en el mundo occidental, se acepta su empleo terapéutico en gran número de afecciones.
En la última década estamos asistiendo a la valoración científica de gran número de productos naturales, provenientes de la farmacopea oriental que datan desde siglos en el poso cultural de esos países. Con el actual estado de conocimientos no puede argumentarse la existencia de una incompatibilidad absoluta entre ambas concepciones de la medicina, es más; parece razonable pensar que pueden complementarse e incluso tener efectos sinérgicos. En el Hospital Oncológico de Shanghái tenemos un ejemplo: el paciente con cáncer es examinado por un equipo multidisciplinario, y es tratado con radioterapia y quimioterapia de occidente, y con productos vegetales propios de la MTC.
Sin embargo conviene destacar una diferencia básica entre los productos naturales de la MTC y los fármacos de la medicina científica occidental: el periodo de observación y la valoración de eventuales efectos secundarios. Para aprobar un fármaco, las legislaciones sanitarias del mundo occidental exigen múltiples estudios que prueben la eficacia del preparado, pero también la falta de efectos secundarios, o el grado de éstos si se presentasen. Lógicamente el conocimiento de los efectos adversos o indeseables permanecen abiertos en el tiempo, incluso después de admitido su uso como medicamento, ya que no resulta excepcional que se conozcan su número y su intensidad, mucho tiempo después. Sin embargo no ocurre lo mismo en la MTC ya que el uso de los productos naturales se remonta a muchos siglos, por lo que se conocen no sólo sus indicaciones sino también los efectos indeseables que pueden tener, lo que le confiere una palpable ventaja si se compara con los medicamentos de nueva factura.
En Occidente, el estado de bienestar, el respeto a los derechos humanos y en definitiva la búsqueda de la protección a las personas, en cualquier ámbito que se considere, ha llevado, en el campo sanitario, a una compleja legislación y a unos requisitos científicos extremadamente rigurosos. Lo que condiciona la existencia de unas escrupulosas y escalonadas (por fases) investigaciones en humanos, cuyo desarrollo es largo y extraordinariamente oneroso. Además de ser muy gravosas en el orden económico. Pero no puede ser de otra manera.
Pese a lo comentado, en los últimos años vienen prodigándose estudios científicos in vitro, en animales y en humanos, que vienen confirmando los efectos y propiedades que, de modo empírico y de la mera observación se han atribuido a productos naturales de la MTC, en especial al Ganoderma.
El objetivo de esta página Web es mantener permanentemente actualizada la aparición de artículos científicos sobre el Ganoderma lucidum; clasificados y comentados por apartados para facilitar la consulta según el tema que interese.
Es necesaria una última observación. Aunque todos los estudios se referirán a las acciones del Ganoderma lucidum, el modo de prepararlo y consumirlo es diferente; así los resultados pueden partir de soluciones acuosas, o de otra naturaleza; del hongo completo; o de únicamente de extractos de sus micelios más o menos purificados; o a partir de sus esporas. Por lo que la concentración de las sustancias que lo componen no puede ser equivalente. Las esporas son las que más concentración poseen de todas las sustancias que constituyen el hongo, sobre todo si previamente se ha roto la doble corteza (Cell Biol Toxicol 2000; 16:201-206, Cáncer Lett 2002; 182:155-61). Pese a todas estas diferencias la actividad del Ganoderma es inequívoca cualesquiera sea el procedimiento utilizado.
http://www.ansero13.dxn.es/uzleti_lehetosegA diferencia del modelo anatómico empleado en el mundo occidental (que concibe y divide el cuerpo humano en partes y órganos distintos), la MTC se preocupa de la función corporal de una forma global y no se limita a una sola parte de ese organismo. La medicina convencional occidental interpreta la enfermedad partiendo de la base de que es un órgano concreto el que está enfermo y por ese motivo los tratamientos empleados van dirigidos a tratar ese órgano afectado. Por su parte, la MTC entiende que es el individuo en su totalidad el que está enfermo y que la afectación de un órgano concreto no es más que la manifestación externa de la pérdida de ese equilibrio interior que garantiza la salud.
Esta disparidad básica conceptual entre la medicina occidental y la oriental, explica las diferentes formas de tratar la enfermedad entre ambas tradiciones. La medicina occidental trata la enfermedad por medio de productos (principalmente de origen químico) que se desarrollan a partir de los conocimientos fisiológicos y tiene como objetivo un órgano concreto. La medicina oriental busca restablecer ese equilibrio interior perdido (y necesario para la salud) y se basa en su tradición y en conocimientos ancestrales.
Innegablemente ambas concepciones médicas buscan el mismo fin; la salud y el bienestar del individuo, si bien por caminos distintos. No obstante se debe admitir, que estos diferentes pensamientos sobre la salud y la enfermedad van aproximándose cada día más, hasta el extremo de que comienzan a ser frecuentes los intercambios de conocimientos y métodos entre ambas culturas y se admite que pueden ser concurrentes; el ejemplo más relevante lo encontramos en la acupuntura, hasta hace poco tiempo tenida como un remedio poco menos que esotérico y que en la actualidad, en el mundo occidental, se acepta su empleo terapéutico en gran número de afecciones.
En la última década estamos asistiendo a la valoración científica de gran número de productos naturales, provenientes de la farmacopea oriental que datan desde siglos en el poso cultural de esos países. Con el actual estado de conocimientos no puede argumentarse la existencia de una incompatibilidad absoluta entre ambas concepciones de la medicina, es más; parece razonable pensar que pueden complementarse e incluso tener efectos sinérgicos. En el Hospital Oncológico de Shanghái tenemos un ejemplo: el paciente con cáncer es examinado por un equipo multidisciplinario, y es tratado con radioterapia y quimioterapia de occidente, y con productos vegetales propios de la MTC.
Sin embargo conviene destacar una diferencia básica entre los productos naturales de la MTC y los fármacos de la medicina científica occidental: el periodo de observación y la valoración de eventuales efectos secundarios. Para aprobar un fármaco, las legislaciones sanitarias del mundo occidental exigen múltiples estudios que prueben la eficacia del preparado, pero también la falta de efectos secundarios, o el grado de éstos si se presentasen. Lógicamente el conocimiento de los efectos adversos o indeseables permanecen abiertos en el tiempo, incluso después de admitido su uso como medicamento, ya que no resulta excepcional que se conozcan su número y su intensidad, mucho tiempo después. Sin embargo no ocurre lo mismo en la MTC ya que el uso de los productos naturales se remonta a muchos siglos, por lo que se conocen no sólo sus indicaciones sino también los efectos indeseables que pueden tener, lo que le confiere una palpable ventaja si se compara con los medicamentos de nueva factura.
En Occidente, el estado de bienestar, el respeto a los derechos humanos y en definitiva la búsqueda de la protección a las personas, en cualquier ámbito que se considere, ha llevado, en el campo sanitario, a una compleja legislación y a unos requisitos científicos extremadamente rigurosos. Lo que condiciona la existencia de unas escrupulosas y escalonadas (por fases) investigaciones en humanos, cuyo desarrollo es largo y extraordinariamente oneroso. Además de ser muy gravosas en el orden económico. Pero no puede ser de otra manera.
Pese a lo comentado, en los últimos años vienen prodigándose estudios científicos in vitro, en animales y en humanos, que vienen confirmando los efectos y propiedades que, de modo empírico y de la mera observación se han atribuido a productos naturales de la MTC, en especial al Ganoderma.
El objetivo de esta página Web es mantener permanentemente actualizada la aparición de artículos científicos sobre el Ganoderma lucidum; clasificados y comentados por apartados para facilitar la consulta según el tema que interese.
Es necesaria una última observación. Aunque todos los estudios se referirán a las acciones del Ganoderma lucidum, el modo de prepararlo y consumirlo es diferente; así los resultados pueden partir de soluciones acuosas, o de otra naturaleza; del hongo completo; o de únicamente de extractos de sus micelios más o menos purificados; o a partir de sus esporas. Por lo que la concentración de las sustancias que lo componen no puede ser equivalente. Las esporas son las que más concentración poseen de todas las sustancias que constituyen el hongo, sobre todo si previamente se ha roto la doble corteza (Cell Biol Toxicol 2000; 16:201-206, Cáncer Lett 2002; 182:155-61). Pese a todas estas diferencias la actividad del Ganoderma es inequívoca cualesquiera sea el procedimiento utilizado.